lunes, 29 de diciembre de 2014

Si tengo alas para volar

Termino mi última práctica antes de partir de nuevo a India.  Tercera Serie es un reto a todo nivel pero me deja con una alegría que se asemeja mucho a este sol de verano en mi tierra.

Me deja llena de energía.

Es un día muy lleno:  organizar la ida al otro lado del mundo logísticamente es un reto de detalles.  Pienso y repienso,  reviso mi listado de pendientes.

Adónde anoto el corazón roto?  Y los abrazos que no voy a dar?  Qué hago con el hueco en la panza?  Y los ojitos que llaman a su mamá?  Las manitas?  

No se pone más fácil en este camino.  Ya sé.

Hoy mientras practicaba con las palabras de mis maestros por dentro,  sus instrucciones en mis oídos,  sus consejos,  comprendí que hay una parte mía que quisiera que en algún momento me "aflojaran"  la intensidad.  Y en ese mismo instante,  en el preciso momento en que mi parte comodidosa y halgazana quería sentirse escuchada,  llega una postura que siempre taché de imposible para mí.

En la práctica que hago,  hay formas de "simular"  que uno hace.  Muy parecido a cuando he simulado en mi vida y he dicho sí en vez de no.   La postura parece que está ahí pero la entrada o la salida no.  Algo parece pero en realidad no es.  Y esta práctica desenmascara todo.

La actitud. Las transiciones.  La respiración.  El estado mental.  Los sentimientos.  La fe.

La postura me la explicó correctamente una de mis queridas maestras e inmediatamente me escuché  decirme "nunca vas a lograrlo".  Eso sucedió hace tres meses.  Sin embargo,  algo en mi inconsciente escuchó que existía una nueva forma de entrar,  de sentir esa postura que no es sino un estado de mi mente.  La pensé y soñé por tres meses:  varias veces me desperté estando en ella...Y hoy simplemente decidí probarlo.

Probar sin esperar nada a cambio.

Entré sin esfuerzo,  como si la postura misma me hubiera estado esperando.  Me recibió con una sonrisa casi burlona,  como diciéndome:

 "De nuevo dudaste,  Mariela...cuándo vas a aprender?

Cuando vas a aprender que  todo está bien como es?  Que tu destino es sólo tuyo?  Que hay algo más importante que tu mente y sus divagaciones?  Que la vida no tiene que ser perfecta para ser hermosa?

Hoy quiero creer,  a pesar de todo lo que me invita a no hacerlo- pensamientos que vienen y van y que no tienen nada que ver con mi realidad.  Quiero creer que todo es posible si uno lo intenta.  Que no importa cuánto nos disuadan de nuestro camino e intenten cortarnos las alas, ya sea con palabras o acciones: la fuerza de nuestro espíritu es indomable.

Aquellos que me aman están conmigo en las buenas y en las malas.  Para ustedes mis oídos y corazón.  Lo demás no existe, aunque en su momento quise agradar a mucha gente.  El camino espiritual es a menudo de una soledad lacerante y sólo uno sabe qué está encontrando y qué está arando y sembrando para el momento de la muerte.  Me voy en paz porque sé que soy un ser que no vive de convencionalismos ni nunca lo podrá hacer.

Tantas etiquetas que todos soportamos en esta vida por el qué dirán.  Tanto que nos distrae de nuestra verdadera conexión.  Sigo el impulso de mi corazón de ir a estar cerca de mi Maestro,  alguien que con su ejemplo y presencia me enseña a no claudicar.  Me voy en paz porque sé que mi alma tiene una misión más grande que los roles pequeñitos otorgados por otros.

Amo de una manera poco convencional:  otorgo alas.  Y pido lo mismo,  es muy simple.  Esos amores que nos condicionan la vida son agua pasada para mí.  Mis compañías son aquellas que puedan vibrar al unísono en un deseo ardiente de libertad para todos los seres vivientes.  Sé que todos los humanos padecemos el veneno de los apegos y sé que los míos propios me han causado muchos dolores de cabeza en el pasado.

He aprendido y mi querida práctica me enseña cada día el valor de seguir adelante.  Y a veces,  muy de vez en cuando, suceden eventos que me dan impulso e inspiración.

Como hoy.




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